lunes, 29 de agosto de 2005

El componente biográfico

Ah, el componente biográfico: qué peligroso es!. ¿ Cómo evitar narrar las trivialidades de la propia existencia?. Todos estamos deseando contar nuestra historia. Incluso los que no escriben , buscan su cotidianeidad reflejada en los papeles de otros. Luego están los que tienen un corazón kantiano, aquellos que se avergonzarían de sus propios diarios si cometieran la estupidez de escribirlos. Para esta élite la sangre es tolerable siempre que no se vea el cadáver. Un secreto revelado es una experiencia privada además de un localismo, algo, por lo tanto , de muy mal gusto. Si investigan en los diarios ajenos, tan sólo es con la esperanza, no de encontrar al humano, sino a la humanidad. Una experiencia privada al fin y al cabo no es comunicable. Una alegoría en cambio siempre tiene vocación de imperativo categórico.
Dependiendo del lector, unos te acusarán de banal y otros de profundo, unos de pornográfico y otros de ecuménico, olvidando que el texto que leen es una ficción tan grande como ellos mismos; pero ¿cuál es el sentido de la vida?, ¿ es una tragedia o un melodrama?. En estos casos, y para no caer en la cursilería, lo mejor es remitirse a la ciencia que siempre se ha caracterizado por ser algo serio, objetivo, contrastado. Según la teoría de la relatividad, es imposible conocer nada. La luz que necesitariamos para iluminar un objeto, haría del objeto algo distinto. Gracias a Einstein, ahora sabemos que pasa en las mejores familias: el lector y el escritor son algo relativo, también lo público y lo privado, igual que la vida y la nada.

De robinsones y hombres

Sí, es cierto: quizá somos más de los que habíamos pensado. Quizá no se trate de varias islas, sino de un archipiélago disperso, enorme, inquietante. En ocasiones la marea trae miles de botellas de vidrio con mensajes desesperados. Los funcionarios que limpian las playas cada vez están mas hartos. Mientras se desloman recogiendo toneladas de basura, murmuran asqueados: "joder con los putos náufragos: seguro que si tuvieran la oportunidad de conocerse, usarían las botellas para otros menesteres".

domingo, 28 de agosto de 2005

Sin palabras

Hablar, qué cansancio, ¿ para qué hablamos?. La mayor parte del tiempo no hay nada que decir y, si hubiera algo que contar, ni siquiera sabriamos hacerlo. ¿ Qué es el sexo sino el modo más rápido de interrumpir una conversación?. Cada vez que no decimos nada, deberíamos follar. Lo trágico es comprobar que seguimos hablando cuando sabemos de sobra que no es necesario, intentando prorrogar así la realidad con un sucedáneo. Pero los excesos se pagan y equivocar los términos es lo peor que le puede suceder a uno en la vida: hablar cuando valdría más callar, follar cuando uno debería formular una palabra. Vivimos lejos, terriblemente lejos de los otros y cada palabra de más es un crimen absurdo o un centímetro que nos separa. Todo es gratuito , banal. Se habla y se folla, pero casi siempre sin propiedad. No existe respeto por el lenguaje, el arma más poderosa. Hablar, follar está al alcance de todos. Pero la comunicación más intensa es siempre otra cosa. No basta con dos verbos: hay que crear un lenguaje.

jueves, 25 de agosto de 2005

Fe ciega

Llevo semanas intentando darle forma a una idea. Se trata de un cuento, un simple cuento en el que un escritor escribe un cuento genial que nadie entiende. Se lo enseña a su novia, pero su novia no lo entiende. Se lo enseña a sus mejores amigos, los más afines, pero, después de leerlo, no encuentran en él ninguna huella de genialidad. Nadie se da cuenta de lo que para él es evidente: el cuento que ha escrito es genial. Pero está solo. Y lo seguirá estando. Hay un momento en que las opiniones de los demás dejan de contar. Y en ese momento la apuesta es siempre un pulso privado entre nosotros y la nada. Los demás y sus apreciaciones ridículas desaparecen. Y debe ser así. Un genio nunca puede ser juzgado adecuadamente más que por él mismo porque él es la medida de todas las cosas. No hay matices posibles, ni opiniones. Un genio sólo merece respeto y silencio. Sin embargo, estamos tan acostumbrados a opinar que creemos que el talento es opinable, que todo puede mejorarse, que la crítica es una ética. Pero no: el talento es siempre un salto al vacío y, para darlo, hacen falta agallas.

miércoles, 17 de agosto de 2005

Malas costumbres

Con las mujeres listas con las que me topo siempre me pasa que equivoco el diálogo y no acabo sino diciendo tonterías. Resulta a todas luces muy injusto comprobar que la conversación ideal tendría que haber sido otra:

- En realidad me voy a arrepentir de decir todas estas cosas que te estoy diciendo cuando llegue a casa.
- Sí , yo también. Esto de jugar al ratón y al gato ya cansa.
- Me he dado cuenta de que contigo no son necesarias las contramedidas, esos torpedos vacíos de pólvora que lanzan los submarinos rusos para neutralizar el verdadero peligro.
-Claro, pero, ¿cómo íbamos a saberlo?. Una siempre tiende a aplicar el protocolo de emergencia.
- Podríamos habernos amado desde el principio.
- No importa.He seguido con pasión cada uno de tus engaños.Igual te lo agradezco: tus mentiras me han recordado quién era.

lunes, 15 de agosto de 2005

El santo grial

Mi amigo Elías, tras follarse a dos quinquis, quiero decir, subyugado por ese ánimo místico que el sexo reciente proporciona, me ha dado un motivo para este post. Aunque, después de mucho pensarlo, he descubierto que no sé si lloraré en su funeral, me he percatado finalmente, con gran alivio, de que me da igual. Moraleja: nunca te fíes de nadie que llora a sus amigos. Y menos si son íntimos. El llanto, el verdadero llanto, debes reservarlo para la muerte de tu padre.
Tenemos a tres sujetos: A, B y C . El primero es hombre, el segundo es hombre, el tercero es mujer.
A pregunta: ¿Y para ti qué es el santo grial?.
A lo que B responde: Para mí el santo grial es una mujer inteligente.
A continuación A puntualiza graciosamente o de modo machista: Ah , ¿pero es que existen?.
Entonces B se ve obligado a añadir más información: Yo sólo busco el grial. Como comprenderás, me importa un comino si existe.
A vuelve a preguntar, en este caso a C: ¿y para tí?, ¿qué es el santo grial?.
C lo piensa un rato y finalmente responde: En mi caso, el santo grial es un hombre sensible.
Ahora es cuando interviene B: ¿Un hombre sensible?. No comprendo lo que significa.
C se ve obligada a matizar: Un hombre sensible, sabeis perfectamente de qué hablo. Alguien que no sienta como vosotros la necesidad permanente de parecer un chico malo.
Aclarada la cuestión, es el turno de A. Es C la que decide finalmente preguntarle: ¿ y tú?, ¿ de qué vas?, ¿ cuál es el santo grial para tí?.
A lo que A responde: Muy sencillo. Si algún día lo llegara a encontrar, para mí el santo grial sería una vida vivida sin reproche.

domingo, 14 de agosto de 2005

Siempre que te interesa

Esta historia es algo que venía rumiando desde hace tiempo y que se ha desencadenado en mi mente a raiz de un post de Chica con Falda roja. El asunto va de géneros, de reivindicaciones históricas y abstracciones sexuales. De todos es sabido que las generalizaciones son una mentira tan grande como las experiencias particulares en las que se basan. Sea como fuere , lo cierto es que, como representante del género masculino, considero que el cuento exigía una justa contrapartida. Todo refrán , por así decirlo, tiene una antítesis, toda fábula posee su némesis y no estaría bien escatimar al público femenino el reflejo de la historia. Sí: todos hemos tenido una amiga que se queja de que su novio la trata como a un objeto, todos hemos oido hablar alguna vez de esos machos cuya sensibilidad y galantería aflora siempre sospechosamente al mismo tiempo que su erección. ¿Qué perseguirán estos sujetos sediciosos con tanto mimo y cariño?, ¿ a qué viene esa súbita amabilidad?. Para saberlo a ciencia cierta, basta con echarle un ojo a sus braguetas. Basado en hechos reales. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

(------------------------------------------------------------------------)

Andrés está contento. Acaba de salir del trabajo y está agotado. A pesar de todo, la savia de su ánimo fluye como nunca. Está ansioso por volver a casa y tirar su cuerpo en el sillon, encender la tele y besar a su mujer en el cuello y en los tobillos. Nota como su deseo se multiplica al pensarlo. Llega a su casa pero su mujer no está. Ella aún tarda media hora más en llegar. Cuando entra besa a su mujer en el cuello como se había prometido a sí mismo pero nota como ella se aparta.
- Tengo que ducharme. Si me disculpas.
- Buena idea. Ya lo había pensado. ¿Baño o ducha?.
- Ducha, no tengo paciencia para más.
Andrés se apresura y abre el grifo del agua caliente mientras su mujer se desviste. Sin que ella lo sepa, se introduce en el plato de ducha para darle una sorpresa.
-Pero mira que eres bobo. Hoy estás simpático, ¿eh?.
- Yo creía que lo era siempre.
- Siempre que te interesa.
Andrés hace oidos sordos y sale del plato de ducha decepcionado. Se seca y se marcha a la cama. Coge el mando y enciende el televisor. Luego llega su esposa. Desnuda y aún ligeramente húmeda, se introduce bajo las sábanas como una diosa áspera. Andrés no puede dejar de mirarla cuando se quita la toalla. El deseo le eriza la piel. De repente, se siente muy solo y decide empezar a romper el hielo de la única forma en que sabe hacerlo.
- ¿ Sabes?. Hoy fue un día bastante perro. Trabajamos mucho, pero la jefa no estaba. Eso supone una gran diferencia. Lo peor no es trabajar: lo peor es el látigo. Todo el mundo estaba agobiado y sonreía a la vez: era extraño.
Andrés empieza a reir. Vuelve a estar contento.
-Y tú, ¿que tal tú?.
- Mi trabajo no es como el tuyo.
- Ya, pero ¿lo pasaste bien?.
-¿Desde cuándo te interesa?.
Andrés vuelve a tragarse su ánimo. Algo le pasa a mi mujer, piensa. Está amargada por alguna razón. Repasa mentalmente la lista de sus pecados y no halla ninguno excepcional. Decide atajar camino y besarle el cuello, luego la nuca, más tarde los pechos hasta conseguir chuparle el ombligo. Pero ella finalmente lo frena antes del llegar al pubis ansiado.
-¿ Qué pasa?, ¿ se puede saber qué es lo que te pasa?.
- No tengo ganas. ¿ Tan dificil es de entender?, ¿ es que no puedes ser simplemente amable sin que haya sexo de por medio?, ¿ es que es eso lo único que quieres de mí?.
Andrés bufa resignado. Tres semanas oyendo la misma cantinela. Hasta ahora se ha contenido, pero su paciencia comienza a agotarse.
- ¿ Cómo puedes ser tan egoista?.
- ¿ Cómo?.
Clara aún no puede creerse lo que está oyendo.
- E-go-is-ta; ¿quieres que lo repita?. Hace ya casi un mes que lo único que consigo de ti son excusas infantiles, estupideces para justificar que no quieres hacer el amor. Dílo claramente y no me cuentes historias. No te preocupes: nadie te va a obligar a nada. Y si te disgusta que sea amable porque piensas que lo único que persigo es tu vagina, no te preocupes: no volveré a serlo. Seré como tú: áspero, desagradable, asexual. Y si alguna vez, en un lapso mental, te da por desearme, pensaré sin duda que no te interesa mi cuerpo, sino que lo haces para conseguir que sea amable contigo, que parece ser que es lo único que te da morbo.
- Andrés, ¿ no te das cuenta de que ya no eres el de antes? , ¿ no te das cuenta de que has cambiado, de que ya no eres tierno, de que ya no hablamos como antes?.
- ¿ Que yo no soy el de antes?. Genial. O sea, que no hallabas la forma de decírmelo y creiste que el chantaje sexual era lo más oportuno.
- No es chantaje sexual, Andrés. Te quiero y lo sabes.
- Me quieres, pero no te acuestas conmigo.
- ¿ Por qué no puedes entenderlo?.
- Porque sólo una mente enferma puede usar el sexo como una estrategia. Al menos yo no me dosifico. Las cosas van mal o van bien. Si nos vamos a la mierda, nos vamos a la mierda, pero yo nunca te he puesto límites. Nunca te he dicho que no, nunca he permitido que te sientas ridícula por desearme, nunca te he dicho que eres amable porque me deseas o que me deseas para que sea amable. Podría haberlo hecho: estaba en mi derecho. Pero no lo he hecho porque te quiero. Sí, soy hombre: para mí es fácil. El sexo para mí es importante, pero siempre he sido amable. Y si la cercanía del sexo me hace parecer aún más amable, eso es porque el deseo eleva mis sentidos. Disculpa si algunos aun tenemos sangre en las venas. El día que te enamoraste de mí el deseo que me consumía no te pareció tan grotesco.
- ¿ Qué quieres decir con eso?, ¿ es que piensas que yo no te deseo?¿ que ya no me importa nada?. Sólo quiero que las cosas sean distintas, que la inocencia vuelva, que hagamos cosas nuevas.
- Si te aburres mucho, échate un amante. Si no estás a gusto con tu vida, tal vez lo que necesitas es ponerle más entusiasmo. Pero si no encuentras razón alguna para abrir las piernas , avísame coño. Soy tu maldita pareja. Me he tragado meses enteros de mierda por tu culpa. Yo no sabía que estaba en crisis. No costaba nada y me hubieras ahorrado muchos días asquerosos.
- ¿ Qué quieres que diga?. Lo siento, Andrés, sabes que te quiero, pero siento que algo no funciona.
Andrés se ha quedado calllado después de la última revelación y está contemplando fijamente el rostro de su mujer. Las sábanas no son los suficientemente opacas y sus pechos aparecen detras del algodón como dos siluetas majestuosas. Piensa en que todo podría haber sido distinto esa noche, en lo mucho que la deseaba mientras la aguardaba en la casa vacía como un animal solitario. Pese a todo , aún está bellísima bajo las sábanas. Pero ya está todo dicho y acabado.El espejo se ha roto.
- Andrés.
-¿ Qué?.
Clara agarra del cuello a su marido y comienza a besarle dulcemente. Andrés tiene la sensación de estar viviendo una película a cámara lenta que le atrapa sin remedio. Ahora ella ha levantado las sábanas y tiene sus pechos al descubierto. Andrés casi cae al abismo. Ni él mismo sabe cómo ha escapado, pero en un último esfuerzo ha repasado la escena del crimen y se ha negado.
- No Clara. Ahora no. Ya sonó la campana. ¿No pretenderás acostarte conmigo siempre que te interesa?.

Crítica

Juzgar a las personas como a los textos. Comprobar si están bien escritos primero y averiguar luego si tienen algo que decir. Observar , por encima de sus límites, el nuevo horizonte que abren, la luz rebelde que arrojan.

Hablemos

- Hablemos.
- Ok de acuerdo, hablemos. Venga dime, ¿ de qué quieres hablar?.
- Esa actitud no me gusta.
- ¿ Qué actitud? . Unicamente he preguntado si hay algo que te inquieta. Eres tú la que quiere hablar. Pero, si lo prefieres, me callo.
-¿ Por qué siempre tienes que ser así?.
- ¿Así cómo?. Pero si no he dicho nada.
- Así como si tuviera que hacerlo yo todo sola.
- Vamos a ver: tuviste la idea de hablar y ¿pretendes que hable por ti?. Lo siento cariño, pero hay cosas que nadie , mal que nos pese, puede hacer en tu nombre: hablar, comer, cagar.
- No le veo la gracia.
- No pretendía ser un chiste.
- Contigo no se puede hablar.
- ¿ Es eso lo que querías decirme cuando dijiste que querías hablar?,¿ que conmigo no se puede hablar?.
- No consigo entenderme contigo. Ni siquiera sé por qué. Es inútil.
- No es inútil: es normal. Ya encontrarás a cualquier otro al que tengas algo que decirle o aprenderás a callar. Y ahora por favor sal de mi vista.

sábado, 13 de agosto de 2005

Solipsismo

Creo recordar una práctica infantil que consistía en cortarse con una navaja y beber de la sangre de tu amigo. Esa ceremonia vampírica y adolescente era la única forma que encontraba un niño de enfrentarse al solipsismo y significaba la lealtad máxima. No había que preocuparse ya del futuro, de las vicisitudes particulares, de los recelos y las encrucijadas, porque ese intercambio de fluidos garantizaba que tu amigo lo sería siempre , que nunca te traicionaría, que el destino de esa amistad común quedaba sellado para la eternidad. Un juramento así, tan temprano, era antihigiénico y temerario visto con los ojos de un adulto. Ahora ya es tarde. Sin embargo, cuando la presión o el azar tensan nuestros lazos, qué no dariamos por ver la cicatriz en la mano del que creíamos nuestro amigo.

lunes, 8 de agosto de 2005

Motivos

Hay múltiples razones para escribir un diario, un blog o lo que sea. Razones estéticas, cuestiones de ego , deseo de prácticar el idioma y mantenerse en forma, etc. Para los que además creemos en la pareja, hay un motivo más: adelantar algo de trabajo. Llegado el momento , sobrarán las disculpas y las explicaciones. Bastará con leerlas.

Freddie Mercury y yo

En las pocas entrevistas que concedió, Freddie siempre se mostraba como un tipo impaciente y nervioso que no parecía comprender las fórmulas y las convenciones del periodismo. Cuando su interlocutor intentaba indagar de forma seria en lo que suponía despertarse todas las mañanas siendo una estrella del rock, Freddie solía atajarlo con alguna de sus más célebres frases: "oh dear: Im just a musical prostitute ". Intentaba así frenar todo atisbo posible de trascendencia. Freddie odiaba la trascendencia. pero lo que más odiaba sin duda era el aburrimiento.
Extravagante, cariñoso, pasional y excesivo, Freddie Mercury fue durante toda su vida la antítesis del aburrimiento. Los que lo conocieron hablan de su personalidad devoradora y de su gran energía. Siempre que hablan de él sin embargo, flota en el ambiente el vacío como una aguja. Sorprende ver a Montserrat Caballé, una gran señora de la ópera, casada y con hijos, catalana y conservadora, tan ajena al mundo personal y musical de Freddie por otra parte, alabar su figura, hondamente conmovida por su pérdida. . El vacío se palpa en sus comentarios, en su mirada y en la de muchos otros, y esa oscuridad se antoja tan grande que cuesta aceptar que el mundo pueda volver a ser mismo.
Decía C.S. Lewis en ese famoso librito que escribió tras la muerte de su esposa, que la idea de que la vida continuaba y podía volver a ser la misma le parecía simplemente una ofensa. ¿ Cómo podría ser ya la vida nunca igual sin el tacto de su esposa, sin su ironía, sin sus ganas de vivir y sin esa costumbre dulce que tenía de contradecirlo ?, ¿ qué mente enferma podría aceptar eso?. Nadie que haya amado sinceramente puede aceptar que el mundo pueda volver a ser el mismo tras la pérdida del objeto de su amor. El respeto que nos merecía lo que amábamos es demasiado alto. No: el mundo es mucho más pobre ahora, infinitamente más oscuro. El vacío ha crecido. Ahora que no está, todos somos conscientes de que la suerte se acabó. Nos queda el recuerdo pero el recuerdo de la vida no puede compararse con la vida.
Cada vez que oigo a Freddie Mercury, me invade ese mismo vacío. No es que me apasione su música, no es que me emocione su vitalidad y su desgarradora voz: es que me cuesta aceptar que la fuente de tanta belleza ya no exista y entonces, a medida que la canción avanza, las fuerzas me abandonan. La estela que la muerte de un ser tan genial deja en la existencia de los demás es desoladora. Nos deja a solas con nuestra mediocridad y al mismo tiempo sin poder disfrutar un minuto más de su talento.
Rara vez suelo llorar. Ni siquiera soy mitómano. Pero Freddie Mercury me hace siempre llorar. Escucho una canción tan arrolladora e ingenua como "I was born to love you" y comprendo de inmediato que detrás de ese terremoto hay un hombre escupiéndole en la cara al vacío. Toda la vida enseñándonos que el texto y el autor son cosas distintas y ahora resulta que no , que hay ocasiones en que el arte y la vida confluyen hasta tal punto que no pueden distinguirse. Separarlos es una operación quirúrgica de gran riesgo y no vale la pena. La vida y la obra se parasitan ciegamente y el resultado es un talento que escapa a la comprensión y conjura el vacío a la vez que lo despierta.
Hay ocasiones, raras ocasiones, en que la vida justifica el arte y detrás de cada canción puede palparse el coraje de una biografía síngular, un espíritu gay y burlón que insiste en desafíar con su descaro al aburrimiento mortal de la existencia. Pensar que Freddie Mercury era sólo una estrella del rock es como pensar que un hombre sólo puede ser un hombre. Demasiado aburrido.

domingo, 7 de agosto de 2005

Hasta mañana

Hay dias irracionales en los que rastreas el universo desesperadamente en busca del algún signo de inteligencia. Te conectas a internet en busca de alguna luz o feliz descubrimiento pero apagas el pc decepcionado. Hojeas entonces el comienzo de alguno de los mil libros pendientes pero el párrafo inicial no te seduce y no hallas las fuerzas para continuar. Pones en la minicadena la música que siempre te apasiona pero, de repente, no puedes disfrutarla. Repasas la lista de clásicos acumulada pero Visconti, Bergman y Kubrick empiezan a producirte arcadas. Sales entonces a la calle buscando un poco de aire. Aire - piensas - eso es lo que necesito, pero fuera la atmósfera se ha vuelto densa y opaca como tu propio ánimo. Intentas entablar conversación con cualquiera creyendo que la salvación está en el prójimo, pero eres pasto de la fatalidad como una piedra ciega. En ningún lugar encuentras respuesta para la sed que te aqueja. Piensas en el sexo que no tienes, en la muerte que vendrá, en Blade Runner perdiéndose como lágrimas en la lluvia. Y es entonces cuando, al descubrirte filosofando como un replicante barato, te da la risa. "Yo he visto cosas que no creeriais, bla, bla,bla,bla,bla- dice el albino cabrón- todo se perderá como lágrimas en la lluvia. Es hora de dormir.

sábado, 6 de agosto de 2005

Navegando contra corriente

Tuve una profesora que en la cafetería siempre se sentaba con nosotros, los chicos. Recuerdo que mis compañeras no la tragaban. He conocido a algunas mujeres así: sólo se sienten cómodas rodeadas de hombres. La mayoría brillantes. Siempre me he preguntado qué buscaban. Pero siempre me ha resultado más fácil averiguar qué era lo que no deseaban. En el caso de mi profesora, bastaba con sentarse en la mesa de las chicas: cotilleos, insidias,envidias,maquillaje, trapos, chistes sobre novios,etc. Por eso, siempre que me cruzo con una mujer así , me interesa saber su opinión, averiguar la raiz y el motivo de ese exilio de género. Algunas incluso han sido francas y han tenido el coraje de explicar sus motivos. Mi profesora me contó, de forma ligeramente nihilista y tal vez excesiva, que por cada 20 alumnos brillantes sólo había una mujer que pudiera compararse. No hablaba de notas, ni de curriculum, ni de expediente académico. Para ella, en eso las mujeres eran casi siempre mejores. No, ella hablaba de " genialidad ".

A medida que me hago mayor, cada vez me interesan más las generalizaciones , los prejuicios. Aunque el mundo posmoderno y necio que habitamos, los tenga mal considerados, los prejuicios son los más personal y valioso que posee una persona. Un prejuicio al fin y al cabo no es más que una impresión formada a raiz de la experiencia de cada uno. Todos los tenemos. Y sin embargo no todos poseen la misma calidad. Un crítico insignificante no hace sino reflejar su estrechez de miras en cada uno de sus banales comentarios, pero una gran mirada enriquece el mundo en cada juicio. El talento consiste en la capacidad de rumiar la realidad y devolverle el golpe. Y esa habilidad exige una sincera dedicación y cierto sacrificio. También entusiasmo.Nada es gratis. El arte se paga y a veces sentarse con los hombres no es lo más cómodo.

El fondo de la cuestión no me interesa. A estas alturas, ya sabemos de sobra que el sexo es una ficción y que lo que único que existe es el talento o su falta.Sin embargo, me he topado con mujeres así, navegando contra corriente, con cierta frecuencia. Sus prejuicios siempre me han parecido más admirables que las opiniones normales del resto. Gastados, llenos de sangre y astillas como un libro muy usado, me recuerdan a una mano que se empeñara en aferrarse a la verdad y a la tierra.

viernes, 5 de agosto de 2005

La azafata creyente

Cuenta Roberto Bolaño en un pequeño artículo que una vez sobrevolando Brasil en medio de la noche el avión en el que viajaba empezó a sufrir turbulencias .Unos segundos más tarde, el avión empezó a caer en picado descendiendo a una velocidad vertiginosa. Se hizo la oscuridad y se encendieron las luces de emergencia y todo el mundo se despertó. En medio del pánico general, Bolaño describe cómo su mujer se apretaba contra su hijo y lo densa que llegó a volverse la realidad en ese breve lapso de tiempo que duró la caida al vacío. 15 segundos más tarde el avión consiguió estabilizarse aunque muchos ya no consiguieron dormir. Otros pedían una copa de whisky. Uno de los pasajeros, cuenta Bolaño, decía haber visto a una de las azafatas arrodillada en la cocina rezando.

Sin llegar, creo, a algo tan tremendo, me ocurrió algo parecido cuando sobrevolaba de madrugada el atlántico camino de Chile. Pasando por un zona de turbulencias, el avión sufrió tal estremecimiento que todos los pasajeros despertaron de golpe y emitieron un grito que era como un pequeño conato de pánico. Yo no: yo estaba despierto y no me sorprendió la sacudida. Fue tan breve y tan bestia que de algún modo casi me consoló. Pensé que después de eso ya había cumplido con mi cuota de sufrimiento aéreo y que Dios no sería tan cabrón de enviarnos una señal antes de hacernos caer definitivamente. Después de ese paroxismo, los movimientos terminaron e intenté dormir sin mucho éxito. Nunca, por más que lo intento, he conseguido dormir en los aviones. Las noticias que dictaminan siempre que, estadísticamente, el avión es uno de los medios de transporte más seguros nunca ha conseguido contrarrestar mi falta de fe. Vale que en la carretera se mata más gente, vale que el tren descarrila más, pero si hay algún lugar donde resulta fácil sucumbir a la sensación de que la técnica humana es falible, es en el vientre de un pájaro de acero a 12000 metros de altura sobrevolando un oceano de agua en medio del frío y la oscuridad.En ese contexto, cualquier signo de anormalidad se torna un disparate en segundos. El pánico se huele en un avión como en ningún otro medio de transporte de esos que en las estadísticas son siempre tan inseguros.

Para subirse a un avión hace falta un suplemento extra de fe. Todos nos subimos, qué remedio, pero nadie cree en ellos. Unos lo llevan mejor e incluso consiguen dormir y otros lo llevamos peor , pero en el fondo todos sabemos que es algo antinatural confiar en que la mecánica de las hélices y los motores pueda suspendernos eternamente en el cielo. ¿Quien en su sano juicio confiaría el cuidado de su vida a una máquina?. ¿ Por qué entonces en los aeropuertos no son ordenadores las que realizan el trabajo de los controladores aéreos?. Todos sabemos que las máquinas fallan, se estropean , dejan de funcionar, a veces cuando más te hacen falta. La fe consiste entonces, no en creer en la seguridad estadística de los aviones, hecho que está fuera de toda duda, sino en creer en la suerte. Ante el miedo , sólo queda la probabilidad, la fe estadística, creer que a nosotros no nos pasará.Porque en un coche puedes confiar en tus habilidades de piloto profesional esquivando obstáculos, en tus reflejos de lince, o en saltar por la ventana llegado el caso. Rezar sería lo último y ni siquiera daría tiempo. Pero en los aviones rezar es lo primero y lo último que puedes hacer. En ningún sitio como en un avión puedes disfrutar la sensación de haberte dejado atrapar por el destino. Cuando eso ocurre, la estadística no consuela. Y si no que le pregunten a esa azafata que se arrodilló para rezar, la misma que cuando embarcas te explica qué hacer en caso de emergencia con una cínica sonrisa.
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.