lunes, 29 de agosto de 2005

El componente biográfico

Ah, el componente biográfico: qué peligroso es!. ¿ Cómo evitar narrar las trivialidades de la propia existencia?. Todos estamos deseando contar nuestra historia. Incluso los que no escriben , buscan su cotidianeidad reflejada en los papeles de otros. Luego están los que tienen un corazón kantiano, aquellos que se avergonzarían de sus propios diarios si cometieran la estupidez de escribirlos. Para esta élite la sangre es tolerable siempre que no se vea el cadáver. Un secreto revelado es una experiencia privada además de un localismo, algo, por lo tanto , de muy mal gusto. Si investigan en los diarios ajenos, tan sólo es con la esperanza, no de encontrar al humano, sino a la humanidad. Una experiencia privada al fin y al cabo no es comunicable. Una alegoría en cambio siempre tiene vocación de imperativo categórico.
Dependiendo del lector, unos te acusarán de banal y otros de profundo, unos de pornográfico y otros de ecuménico, olvidando que el texto que leen es una ficción tan grande como ellos mismos; pero ¿cuál es el sentido de la vida?, ¿ es una tragedia o un melodrama?. En estos casos, y para no caer en la cursilería, lo mejor es remitirse a la ciencia que siempre se ha caracterizado por ser algo serio, objetivo, contrastado. Según la teoría de la relatividad, es imposible conocer nada. La luz que necesitariamos para iluminar un objeto, haría del objeto algo distinto. Gracias a Einstein, ahora sabemos que pasa en las mejores familias: el lector y el escritor son algo relativo, también lo público y lo privado, igual que la vida y la nada.

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