jueves, 13 de octubre de 2005

Muros

Lo más importante de una persona es lo que no dice, todas esas palabras o conversaciones que no tienen lugar, los párrafos que no escribe, el vocabulario que no usa, las cartas que no enviará. Como un aura, se cierne sobre nosotros el abismo de lo que no somos.Para quien sepa observar, ese anillo oscuro está continuamente enviando información hasta el punto de que preguntar sobre el propio carácter se vuelve una falta de respeto. Los libros que leemos, el modo en que bebemos un vaso de agua, los amigos adquiridos y la metafísica que frecuentamos perfilan nuestra silueta con suficiente claridad. Declarar las propias preferencias es innecesario. Es como si después de leer un texto alguien tuviera la feliz ocurrencia de preguntar de qué va. De hecho, para la mayoría de la gente ciertas personas se comportan como un texto confuso. Sienten entonces como los malos lectores la tentación y la urgencia de preguntar. Pero,¿ preguntar qué?. Una obra nunca trata de nada concreto. Lo único que en ella cuenta son sus límites. Y siendo así la única curiosidad legítima sería preguntarse por el grosor y la resistencia de esos muros.
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