domingo, 28 de agosto de 2005

Sin palabras

Hablar, qué cansancio, ¿ para qué hablamos?. La mayor parte del tiempo no hay nada que decir y, si hubiera algo que contar, ni siquiera sabriamos hacerlo. ¿ Qué es el sexo sino el modo más rápido de interrumpir una conversación?. Cada vez que no decimos nada, deberíamos follar. Lo trágico es comprobar que seguimos hablando cuando sabemos de sobra que no es necesario, intentando prorrogar así la realidad con un sucedáneo. Pero los excesos se pagan y equivocar los términos es lo peor que le puede suceder a uno en la vida: hablar cuando valdría más callar, follar cuando uno debería formular una palabra. Vivimos lejos, terriblemente lejos de los otros y cada palabra de más es un crimen absurdo o un centímetro que nos separa. Todo es gratuito , banal. Se habla y se folla, pero casi siempre sin propiedad. No existe respeto por el lenguaje, el arma más poderosa. Hablar, follar está al alcance de todos. Pero la comunicación más intensa es siempre otra cosa. No basta con dos verbos: hay que crear un lenguaje.

1 comentario:

Anónimo dijo...

clap clap clap clap (entiendase como un ruidoso aplauso si se quiere)

me ha encantado :)


Juanma

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