Con las mujeres listas con las que me topo siempre me pasa que equivoco el diálogo y no acabo sino diciendo tonterías. Resulta a todas luces muy injusto comprobar que la conversación ideal tendría que haber sido otra:
- En realidad me voy a arrepentir de decir todas estas cosas que te estoy diciendo cuando llegue a casa.
- Sí , yo también. Esto de jugar al ratón y al gato ya cansa.
- Me he dado cuenta de que contigo no son necesarias las contramedidas, esos torpedos vacíos de pólvora que lanzan los submarinos rusos para neutralizar el verdadero peligro.
-Claro, pero, ¿cómo íbamos a saberlo?. Una siempre tiende a aplicar el protocolo de emergencia.
- Podríamos habernos amado desde el principio.
- No importa.He seguido con pasión cada uno de tus engaños.Igual te lo agradezco: tus mentiras me han recordado quién era.
miércoles, 17 de agosto de 2005
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2 comentarios:
En uno más de mis estados místicos, me fascina comprobar que tu obscenidad aumenta con un salvajismo comparable a un parque público en un día de celebración del orgullo gay. Pero amigo poeta, te planteo una cuestión: ¿Tanto dan de sí esa especie alienigena que insiste en reivindicar derechos históricos? Sé que podrías responder que tus tormentos aparentemente externos pasan por un pastiche digno de Ana Rosa. Pero yo te digo. ¿Para cuándo el texto definitivo que destruya a esos monstruos sin rabo sedientos de la sangre de hombres nobles? A veces, siento deseos de atacar a la Iglesia Católica, es tan fácil. Pero me niego a seguir mitificándola. Las únicas mujeres que me interesan son las madres santas o las zorras del cine. Ambas son nobles aunque igualmente destructivas.
Ah Pedro, Pedro, tienes un corazón bizarro e inquietante: siempre esperas algo más de mí. Quieres exprimirme la savia y lamer el tuétano de mi cinismo. Sabes sin duda que puedo llegar más lejos en mis pesquisas. Me azuzas los perros y me amenazas con llamar a Ana Rosa y a Terelu. Tienes razón sin duda: podría llegar más lejos.Podría incluso leer a Palahniuk. Sin embargo, a medida que mi calva crece, mis gustos también van adelgazando y mi cinismo se vuelve dulce como una pera en almíbar.¿ No te he contado ya que en mis noches más románticas fornico con una mujer cuyo cuerpo pertenece a Bo Derek y cuyo masa gris es la misma que la de María Zambrano?.Sin embargo, al final de nuestra gimnasia amatoria, nunca la llamo zorra, sino que le doy un beso de buenas noches, así, cariñosamente, como hace la gran mayoría de amantes entregados. Tengo que confesar que estas muestras de cariño democrático me repugnan hasta en sueños: antes yo no era así. Por eso me gusta tanto que me des caña y me pidas textos destructivos.Eres tan obsceno que me recuerdas a mi mejor yo.
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