viernes, 6 de enero de 2006

Bicicleta

Dos días andando en bici por pueblos perdidos. Lo peor era revisar el mapa y no poder hacerse una idea exacta de la longitud de los puertos. Pasado Alpandeire, había un tramo de montaña de una longitud indeterminada.En cada curva imaginaba el final de la cuesta, pero el puerto parecía seguir indefinidamente. Insistir, llegar arriba, guardar el mapa, pedalear. Después de la cumbre, la bajada. Los músculos se estiran hasta la laxitud y la mente ve la salida y un grito instintivo nace a medida que las ruedas se aceleran. Piso por primera vez el freno para no salirme en una curva. Voy cuesta abajo y, sin embargo, quiero más.

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