martes, 5 de julio de 2005

La costumbre de la misoginia

Algún día tendré que hablar sobre la misoginia como costumbre. Hablar para decir que por supuesto la misoginia no existe, que es sólo un filtro útil, un discurso más o menos vano .No obstante, si yo fuera mujer, tendría mucho cuidado de despreciarlo: los hombres más capaces que conozco(entre los que me incluyo) son misóginos a tiempo parcial. Muchas veces por gusto, otras por circunstancias, casi siempre por vanidad. Al fin y al cabo, la manera más inteligente de desequilibrar al "enemigo" es rociar sal en sus heridas, sabotear su ascenso, remarcar sus lagunas.
Lo más curioso de todo es que la guerra de sexos existe, sigue existiendo quizá ahora con más vigor que nunca.Justo ahora que las mujeres nos relegan laboralmente, inundan las universidades y empiezan a desplazarnos socialmente, es cuando resulta más atractivo para todos practicarla, no en vano la guerra de sexos es un juego y, como en toda seducción, el desafío aumenta cuando hay goles en ambos bandos.
Antes que personas, todos ( nótese que uso "todos" como pronombre genérico para ambos sexos) en algún instante nos hemos sentido repentinamente hombres, completamente mujeres.Sobre todo cuando hemos tenido algún encontronazo con un especimen singular del sexo contrario motivado a su vez por un comportamiento que consideramos prototípico. En general, las pasiones(ya tomen la forma del amor o de la guerra ) son asuntos locales y siempre están sexuadas. Nunca hallaremos a una persona odiando a otra sin más. Lo normal es descubrir a un hombre rojo de furia acordandose de toda la raza de las mujeres a propósito de una concreta que tampoco sabe aparcar o toparse con una mujer segregando bilis con motivo de la enésima galantería con la que otro baboso ha creido oportuno obsequiarla.Cuando se dan estas escenas tan comunes u otras parecidas, es cuando el instinto asesino se activa y se despliega la artillería. En ese momento, el instinto se llama desprecio y está sexualmente determinado. En ese momento sólo hay una cosa peor o más despreciable que una persona estúpida: una persona estúpida y del sexo contrario, es decir, doblemente estúpida.
Es en este nivel instintivo donde los tópicos sexistas funcionan y prosperan y es así como se integran en el discurso de la realidad,regresando desde la corriente de lo abstracto a la historia personal,reencarnándose en cada roce como una astilla.Si despues de varios milenios de ciencia aun no hemos logrado neutralizar el instinto, ¿cree alguien honestamente que vamos a ser capaces de acabar con los topicos?.Imposible!!:los tópicos son tan ciertos como el instinto e inasibles como la democracia.
Sin embargo, la misoginia no es exactamente una respuesta al instinto.Se puede ser un cabrón machista, pero ello no implica estrategia o elaboración alguna.Para ser misógino no basta con ser un cabrón machista. De hecho, suelen ser cosas imcompatibles.Un misógino nunca se comportará como un cabrón machista: eso sería una falta de estilo intolerable( llámenlo ética si lo prefieren).Por si no fuera suficiente, un misógino tampoco persigue los mismos objetivos que un cabrón machista. Aunque en su estrategia se desconfía igualmente de la mujer y se presume también su culpabilidad, no se comparten ni los medios ni los fines. A estas alturas habrán adivinado ya que un misógino es simplemente un hombre que busca su igual en el otro sexo y se vale de la provocación para hallarlo, alguien lo suficientemente hastiado para lanzar un órdago verbal al viento con la esperanza de que le devuelvan el guante y la ironía,un idealista encabronado, alguien que desde luego no tiene tiempo ni ganas de usar dos pronombres distintos para referirse a la misma mierda.

No hay comentarios:

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.