Me da igual que la gente hable en la Iglesia, (entre otras cosas porque ya no voy a la Iglesia) pero no digiero nada bien que lo hagan en el cine. Quizá es que me he vuelto fundamentalista con los años, pero cada vez que voy al cine disfruto doblemente.
Primero por pisar una sala de cine, es decir, experimentar esa sensación de grave liturgia, tener la certeza de estar pisando suelo sagrado, oler a moqueta y a vacío, saborear la expectación que precede a todo cataclismo. En ese momento no me importa realmente el programa. A veces voy al cine como Ulises quería volver a Itaca, sin reparar en la mujer que me espera, sabiendo que no existe ninguna que pueda compensar tal viaje.
Segundo por la emoción de imaginar el camino que me aguarda, una vez ubicado en el asiento en los primeros segundos, cuando comienzan los logos de los estudios y se dispara la morfina de los trailers. ¿Y si después de todo Penélope existiera y tuviera nombre de película?, ¿no cobraría de repente mi aventura pleno sentido?.
Primero por pisar una sala de cine, es decir, experimentar esa sensación de grave liturgia, tener la certeza de estar pisando suelo sagrado, oler a moqueta y a vacío, saborear la expectación que precede a todo cataclismo. En ese momento no me importa realmente el programa. A veces voy al cine como Ulises quería volver a Itaca, sin reparar en la mujer que me espera, sabiendo que no existe ninguna que pueda compensar tal viaje.
Segundo por la emoción de imaginar el camino que me aguarda, una vez ubicado en el asiento en los primeros segundos, cuando comienzan los logos de los estudios y se dispara la morfina de los trailers. ¿Y si después de todo Penélope existiera y tuviera nombre de película?, ¿no cobraría de repente mi aventura pleno sentido?.
El cine no es sólo la manifestación artística más importante del siglo XX , es también la última religión que nos queda. Por múltiples razones, la asistencia entre ellas, un cine es un templo más venerable y sagrado que una Iglesia. La dioses paganos de las diversas religiones no pueden competir con la sustancia y la altura de los modelos mostrados en el celuloide. A día de hoy la tragedia de Darth Vader no sólo es más universal que la de Cristo, sino también más reveladora, más humana, más moral. La religión en su sentido clásico ha perdido su vigencia y es el cine la única mitología capaz de ubicarnos en el mundo. Al tratarse de ficción tiene además la ventaja de adscribirse a una patria común y reconocible, la de los sueños , y sus santos no nacieron afortunadamente en ningún lugar. El cine es una patria cómún, la de la infancia y la felicidad, extensa como la imaginación humana, del mismo modo inagotable
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