Estuve hoy ordenando el trastero de mi vida. En general, intentar buscar fotos , cartas, poemas y demás objetos del pasado entre los hígados de mi cuarto es una cosa que me agobia bastante. Tanto es así que a veces prefiero no empezar para ahorrarme la decepción de descubrir tantas cosas perdidas. Empiezas a ordenar el pasado con avidez seguro de que encontrarás muchas cosas memorables , pero a medida que ahondas en la maraña de folios, cuadernos y carpetas , te das cuenta de que ya no tienes pasado, que la mayoría se ha perdido. Tú creías tenerlo ahí todo en la carpeta roja donde lo pusiste a buen recaudo, pero la carpeta roja ya no está, o la pusiste en otro sitio o no la volverás a ver nunca.
He perdido muchas cosas escritas y eso no lo soporto. Quizá no están perdidas , quizá aparecerán , me digo, pero lo cierto es que no haberlas hallado ahora me desalienta profundamente. Quisiera tenerlas aquí delante ahora , tener la imagen completa de lo que he sido, encajar el rompecabezas con su ayuda, pero estoy perdiendo el hilo de mi propia memoria. Todo se pierde. Igual que se pierden los recuerdos en la mente se van perdiendo los folios y los apuntes que una vez se tomaron para compensar el olvido. Y luego la memoria , para rematar la tarea, olvida el lugar donde se guardaron.
Espero que no me pase más. Sólo espero eso. En gran parte, ése es el motivo de este blog. Aunque tampoco es que confíe demasiado en la seguridad del ciberespacio. Estoy seguro de que esto también puede perderse. Siempre imagino a la tecnología gobernada por almas sencillas que se dejan la luz encendida cuando salen a tomar café. Alguien se olvidará de vigilar el servidor, alguien llegará tarde por la lluvia, alguien tendrá vómitos o pensará demasiado en su chica y todo esto se irá también al carajo sin duda. Y , si se piensa bien , quien sabe si al final no resultará mejor vivir siempre así, con el culo al aire, sin carpetas.
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