Uno de las armas mas potentes con las que cuenta el capitalismo para perpetuarse es la gestión del tiempo privado. Hemos perdido muchas cosas en las sociedades en las que vivimos, pero la más grave es que ya no contamos con tiempo para nada. Tendría que haber sido diferente , caminábamos hacia una utopía tecnificada que debería habernos liberado del yugo del trabajo, pero la profecía se ha invertido misteriosamente. Alguien ha debido de intervenir para que no nos dediquemos a placeres más altos, para que, liberados ya del sudor y del barro de la tierra, no estemos entregados al éxtasis del espíritu y otros manjares elevados como vaticinaban los escritores de ciencia ficción del siglo pasado. No somos esos dioses que estaban por llegar , éste no es el mundo prometido, alguien ha debido de vender ese sueño al diablo cuando dormíamos.
Sea como fuere, ese sueño hace años que está en manos del capital. Es él quien se ocupa de racionarlo y administrarlo. Si te apasiona ese lugar, tendrás que pagárselo como al casero ruín que es: puntualmente y sonriendo. Y tendrás que trabajar para ganarte su favor, tendrás que humillarte cada día por alcanzar el bien que te ha sido robado, tendrás que aceptar ese chantaje como un padre paga un rescate por un hijo que ha sido secuestrado y en la espera tendrás que aceptar el mal menor sabiendo que algo dentro de tí se ha quebrado. Tendrás que trabajar para ganar el día en que todo el tiempo te será devuelto . Y, cuando llegue ese día , habrás perdido realmente el tiempo.
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